Ejecutivo y su sombra

Esta semana presentamos un texto muy interesante escrito por nuestro colaborador Óscar Layana, coach y psicólogo. Con el sugerente título de ¿Qué se dicen el lóbulo temporal, la columna izquierda y un fracasado? el artículo explora las raíces del fracaso en el ámbito del liderazgo en clave sarcástica, asumiendo la voz de un directivo que cree estar haciéndolo todo muy bien y de su «yo profundo» que le hace parar y reflexionar, al más puro estilo de un coach.

PROTAGONISTA:
Las reuniones anuales con clientes hacen que saque lo mejor de mí como líder que soy. Si piensan que me afecta una reclamación, una crítica destructiva de un cliente, van listos: tengo la mejor respuesta. Digo casi lo mismo para cualquier situación, así salgo del embrollo y problema solucionado, al menos hasta el año que viene en el siguiente encuentro. Tengo 365 días para solucionarlo o 360 días para olvidarlo y 5 para intentar recordar qué era aquello que me echaron en cara el año pasado.

En los primeros 360 días trabajo con mi equipo les mando proyectos, informes y análisis de datos que quiero para ayer. Todo lo tengo en tiempo récord y lo paso a mis superiores.

En el día 350 después de unos días de vacaciones en Mallorca reúno a mi equipo para que valoren las impresiones de los clientes. Sí, todo bien, ¿para qué voy a tener en cuenta a los malhablados si no saben qué dicen? Tras leer el informe lo paso a mis superiores y ya está. Terminado queda el ciclo; todo está bien; nada tiene por qué cambiar.

En el día 291: exposición de datos de todos los departamentos. ¡Qué gracia! ¡mi área es la única que no tiene nada que mejorar! Leo lo que mi mano derecha me ha escrito. No hace falta que levante la vista; tampoco tengo nada importante que decir.

Día 203: reunión con mi equipo de trabajadores. ¡Qué ricas las pastas que me traen! ¿Vienen sólo la mitad de mis empleados? No importa, voy a decir lo mismo de siempre: trabajan bien, no les molesto.

¡Huy! Una reclamación. ¡Vaya! “En cuanto me sea posible nos reuniremos para tratar su descontento y daremos soluciones al problema que me está planteando”…

LÓBULO TEMPORAL:
Deja de echar balones fuera y asume tu propia responsabilidad: el problema está en tu interior, no fuera de ti. Deja de hacer lo que te apetece y haz lo que debes hacer, así estaremos en el camino al éxito profesional y personal.

PROTAGONISTA:
Puedo hacer todo lo que quiera pues soy inmune a todo; soy un superhombre, el imprescindible.

LÓBULO TEMPORAL:
Qué gran caída te espera, campeón. Mientras veas cada vez más cerca el suelo y tengas las manos atadas y no puedas salvar tu bonita cara, recordarás lo que te enseñaron tus colegas y lo que tuviste escondido en mí hasta hoy: “sólo llegarás antes, juntos más lejos”. Mira a tu antiguo equipo como prevalece y tú te ves con una mano delante y otra detrás. Llegas a tu casa, nadie te espera; vendiste el perro por 50€ a un desconocido y empiezas a revisar los apuntes que te dieron en el mini-curso de coaching ejecutivo –ese al que fuiste porque te lo propuso tu jefe y lo pasaste dormitando y mirando el whatsapp–.

COLUMNA IZQUIERDA:
“Asume los errores, da respuesta a los mismos: respons(h)abilidad”. Participa en las decisiones del equipo, eres un líder y como tal responsable de lo que salga de tu departamento, el mundo está en continuo cambio, el mercado cambia, las personas, el equipo, la publicidad… ¡Muévete!, no te quedes con los brazos cruzados.

PROTAGONISTA:
¿Qué era esto de los paradigmas? ¡Ostras…! No he cambiado nada desde que llegué hace 5 años, bueno… el cambio de la máquina del café fue un acierto, innegable: todos me felicitaron, es para estar orgulloso.

Si un empleado hace algo mal, le echo la bronca y lo hará siempre bien in saecula saeculorum.

LÓBULO TEMPORAL:
¿Recuerdas aquellos días que estuviste con tanto estrés? ¡Qué bien lo gestionaste en las playas de Mallorca! Tu vuelta fue triunfal.

PROTAGONISTA:
Mi coach me dijo que escuchara música de Vilvaldi, clásica, suave, predecible, armoniosa, mientras ordenaba mi mesa, hacía listas de tareas priorizando las más importantes, concretando qué es lo que iba a delegar, escuchando a mis empleados…

Pero: qué bien me hubiera venido si el estrés hubiera sido laboral y no personal ante situaciones banales. ¿Qué estrés era?, ¿estrés? No sé. Y si conociera la respuesta, ¿cuál sería? No he tenido estrés, sólo he intentado desaparecer ante los problemas como lo hago con mi mujer. ¡Joder!, otra vez…

LÓBULO TEMPORAL:
¿Qué consecuencias ha tenido para mí?

PROTAGONISTA:
No haber querido asumir respons(h)abilidad y finalmente quedarme sin trabajo y sin mujer.

COLUMNA IZQUIERDA:
¿Qué reto se vislumbra?, ¿qué vas a hacer?

PROTAGONISTA:
Recuperar ambas cosas. Voy a plantarme en el trabajo a decirles cuatro cosas bien dichas y lo mismo en la nueva casa de mi mujer.

LÓBULO TEMPORAL:
¿Qué vas a ganar/perder?

PROTAGONISTA:
Ya he perdido todo, sólo me queda ganar.

LÓBULO TEMPORAL:
ESPERA. Vas muy rápido. Haz lo que no has hecho en estos últimos cinco años. REFLEXIONA. ¿Quién es el enemigo?, ¿quién tiene el poder? Deja de tener la mejor respuesta y ten la adecuada. ACTÚA.

Sobre el autor | Oscar Layana es psicólogo, neuropsicólogo clínico y coach. Desde 2008 desarrolla su actividad en el mundo profesional en el ámbito de bienestar social en diferentes campos como tercera edad y dependencias. Más de 100 horas como coach personal y laboral. Puedes contactar con él por email.

Foto | (CC) Victor1558 en Flickr

 

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