A veces una sola palabra lo supone todo. Esa palabra es «no» y su importancia radica en que es la única diferencia entre el «puedo» y el «no puedo». A menudo cuando trabajamos haciendo coaching ejecutivo y de equipos vemos que ese «no puedo» es un escudo detrás del cual podemos encontrar muchas actitudes que limitan a las personas: miedo al riesgo que supone asumir retos, una actitud pasiva ante la vida o incluso falta de confianza en ellos mismos.
En este post os vamos a contar varias historias reales donde se aprecia lo importante que es creer o no creer en los proyectos que emprendemos y en nuestras propias capacidades profesionales y personales para llevarlos a buen puerto.
Superpoderes, lo importante es creer que los tienes
En primer lugar hablaremos de un interesante estudio de la Universidad de Stanford con resultados realmente sugerentes. Reunieron un grupo de 60 personas (30 hombres y 30 mujeres) y las introdujeron de una en una en una simulación virtual semejante a un videojuego en 3D.
El escenario de la simulación era una ciudad en pleno caos tras un aviso de terremoto. Se entregaba a los participantes una inyección de insulina y se les decía que un niño diabético había desaparecido. Tenían que encontrarlo antes de que fuera demasiado tarde y entregarle la insulina para poder salvarlo.
La mitad del grupo tenía que hacerlo en helicóptero. A la otra mitad la simulación le otorgaba el superpoder de volar, como si fueran héroes de cómic. Más o menos todos lograron rescatar al niño con una diferencia de poco tiempo, todos ellos en menos de dos minutos. El siguiente vídeo muestra el ejercicio de un participante:
Pero eso no es todo, el verdadero experimento viene ahora: finalizada la simulación, cada uno de los participantes pasaba a una sala aparte para mantener una entrevista individual. La entrevistadora les hacía una serie de preguntas irrelevantes para distraer su atención y en un momento dado dejaba caer «accidentalmente» un cubilete con 15 bolígrafos.
Después, aguardaba cinco segundos antes de empezar a recoger los bolígrafos caídos, y cuando lo hacía los cogía de uno en uno. El propósito era ver qué personas la ayudaban y cuánto tardaban en ofrecerse.
¿Adivináis qué pasó? Absolutamente todos los participantes que habían hecho la simulación con el superpoder de volar se lanzaron en su ayuda, con un tiempo medio de reacción de tres segundos. Los que no habían participado en la simulación con superpoderes tardaron una media de seis segundos, es decir, la mayor parte no se ofreció hasta que la propia entrevistadora se dispuso a recogerlos. Y de hecho hubo seis de los participantes sin el superpoder de volar que ni siquiera ayudaron.
¡Pero eso no es todo! Lo más asombroso es que los del grupo de superhéroes fueron mucho más eficaces ayudándola a recoger los lápices, pues recogieron una media de un 15% más de bolígrafos. Estaban más motivados y creían más en sus capacidades que los participantes sin superpoderes.
Pérdida de confianza: indefensión aprendida
Ahora vamos a ver el caso contrario: cuando creemos que algo es imposible, esa creencia es determinante para el resultado final. Una profesora hizo un sencillo experimento con sus alumnos para mostrarles cómo opera el fenómeno de indefensión aprendida, en el que la pérdida de confianza anula las capacidades de los sujetos que sienten que «no encajan» o que «no dan la talla». El ejercicio completo y la explicación duran apenas cinco minutos y pueden verse en este vídeo:
Increíble, ¿verdad? La actitud con la que afrontamos hasta el más sencillo desafío, como este juego de palabras, pesa tanto como para hacernos fracasar. Realmente los alumnos del segundo grupo se habían autoconvencido de tal forma de ese «no puedo» que ni uno solo pudo ver el anagrama de la tercera palabra.
En este ejemplo, además, la pérdida de confianza que desencadenó el «no puedo» había sido provocada por la profesora (y en tan solo cinco minutos). Esto da para pensar: ¿tenemos personas a nuestro alrededor que nos inducen a creer que no podemos hacer aquello que nos proponemos?, ¿somos nosotros esa clase de personas?, ¿nos autoinducimos a ese estado de pérdida de confianza?
Historias imposibles que resultaron no serlo
¿Creéis que Cristóbal Colón habría abandonado Palos de la Frontera aquel verano de 1492 de haber sabido que sus cálculos eran totalmente erróneos? Él esperaba llegar a las costas de Asia en menos de tres meses, y si no hubiera encontrado un nuevo continente en su camino en realidad habría muerto durante la travesía. Pero afortunadamente no sabía que era imposible y se hizo a la mar, y llegó a ese maravilloso continente que hoy llamamos América.
Del mismo modo, cuando James Watt inventó el ferrocarril, muchos entendidos de la época, incluyendo reputados médicos, elevaron sus voces de alarma. Estaban convencidos de que el cuerpo humano no podía soportar estar sometido a velocidades de 32 Km/h y afirmaban que la gente podría morir asfixiada. ¿Y si hubieran detenido todas las construcciones de este nuevo medio de transporte? ¿Sería el mundo tal y como lo conocemos?
Y no hace falta remontarse tanto históricamente. María Belón, la madre española que sobrevivió junto a su familia al tsunami de Tailandia de 2004 en cuya historia se basa la película Lo Imposible no permite que nadie le diga que ella es una persona muy fuerte «Todos somos muy fuertes. Todos. (…) No nos creamos que no somos fuertes. No nos creamos que necesitamos algo que no tenemos y que hay que ir a buscar por ahí.»
Lo hicieron porque no sabían que era imposible. Todos ellos pensaron «puedo hacerlo» y se pusieron en camino, a pesar de las dificultades o de los juicios de otras personas. O ni siquiera lo pensaron: directamente lo hicieron.
Foto | (CC) Derek Markham en Flickr

Muy buen articulo, estoy escribiendo un libro y necesitaba ejemplos como estos, me he quedado con la boca abierta.
La cobardía y la ignorancia van de la mano, la gente tiende a tachar de peligroso sin ningún tipo de pruebas aquello que desconoce.
Justo como los charlatanes.