Delegar… Un día nos va a dar algo por querer hacer todo nosotros sólos y sin contar con nadie y no llegar ni a la cuarta parte de lo que nos habíamos propuesto. Y es que además de pensar que llegamos a todo, que somos como decíamos en el post anterior “supermans y superwomans” y que podemos alcanzar la cima aunque llevemos una mochila de 300 kilogramos, nosotros sólos somos capaces de todo pero, sentimos confirmar que esto, está muy lejos de ser así. Es imposible, sobre todo en los negocios si queremos crecer, llegar a todas las tareas que hay por hacer, hacerlas bien y encima, tener vida personal. ¿Qué hay que hacer entonces? ¡Delegar! Es fundamental. No se puede absorber todo y sentirnos imprescindibles. No es saludable ni para el negocio ni para las personas así que, deleguemos.
Pero, ¿por qué insistimos tanto en esto de delegar cuando debería ser algo normal y habitual? Pues porque en realidad, no lo es. Nos cuesta muchísimo delegar, no sabemos hacerlo y cuando por fin nos decidimos, nos causa más trastorno emocional que soluciones profesionales. Y es que delegar y delegar bien está ya considerado como un auténtico arte porque no es ni fácil, ni se hace de manera natural. Siempre hay, para quien lo hace, algún escollo hasta que lo normaliza en su día a día. Es ante todo, un trabajo de confianza y seguridad pero veámoslo paso a paso.
¿Qué es delegar?
Hablar se habla mucho de delegar pero, ¿sabemos realmente lo que es? Delegar es, textualmente “dar el poder, una función o una responsabilidad al alguien para que la ejerza en tu lugar”. Así es, delegar es pasar una tarea que normalmente haces tú a otra persona para que la realice en tu nombre (o en el suyo) y tú te liberes de ella, sin olvidarte de que tú tienes la responsabilidad de la tarea. Delego una tarea y nunca la responsabilidad que tienes sobre ella.
Beneficios de delegar
Ante todo, el mayor beneficio que te aportará delegar será que tendrás más tiempo libre para dedicarte a otras tareas, funciones o responsabilidades o incluso, a tus actividades de ocio – familia – deporte, etc. Podríamos decir que el tiempo es EL BENEFICIO de delegar. Sin duda alguna, conseguir más tiempo libre es lo que todos ansiamos y delegando, lo conseguimos.
Pero además de tener más tiempo liberado, delegando también vamos a conseguir agilidad en nuestro negocio puesto que cuando creemos que podemos hacerlo todo nosotros mismos entramos en lo que se llama coloquialmente “cuello de botella” y es que como realmente no nos da la vida para llegar a todo, retrasamos ciertas tareas, las bloqueamos e impedimos que otras que vienen detrás se realicen o estamos frenando el ritmo habitual de trabajo de nuestro equipo. Así que delegando, aportaremos fluidez a la empresa, el trabajo saldrá antes y mejor y además, la calidad del servicio aumentará porque evitar retrasos es lo mejor para tener al cliente contento.
Otro de los beneficios de delegar es que el trabajo será incluso, de mayor calidad que si lo hacemos nosotros mismos. Pensamos (otro gran error) que como nosotros, nadie hará las cosas y no es así porque hay grandes profesionales muy buenos en lo suyo que pueden dar a cada tarea un nivel muy superior de calidad, innovación y ejecución. Además, estar saturado sólo va a llevar a que todo sea de menor calidad.
¿Por qué no delegamos más?
Dicho esto y con los beneficios súper claros de lo que nos aportaría delegar parte de nuestras tareas diarias / habituales del trabajo, la gran pregunta es: ¿Por qué nos cuesta tanto delegar? Y aún más, ¿por qué cuando lo hacemos no funciona e incluso, llegamos a sufrir más y más por ello?
Ante todo, el gran “problema” de delegar es que no tenemos confianza, en términos generales y en toda la amplitud del término. Para poder delegar, ante todo, hay que tener confianza en uno mismo y por supuesto, en la persona en la que delegamos.
- Confianza en uno mismo. Uno de los grandes problemas a la hora de delegar es que no confiamos en nuestra valía absoluta y entra en juego el miedo a que seamos imprescindibles. Por eso, si damos nuestra tarea a otra persona y esta lo hace igual de bien o incluso mejor, entramos en pánico por si vamos a ser reemplazados o se nos está quitando nuestra cuota de “brillo”.
- Confianza en el otro. Aquí entra en juego la frase habitual de “nadie hará las cosas como yo” y bajo ese principio es imposible que consigamos encontrar a alguien en quien delegar funciones y tareas. Pero hay que tener claro que esto no es una realidad sino una creencia limitante que nos perjudica y mucho porque nos bloquea en el camino del avance empresarial. Hay muchas personas profesionales, muy buenas e incluso más capaces que nosotros en determinados campos y eso, es realmente bueno porque nos aportará muchísimo en nuestro trabajo.
Otro de los motivos por los que nos cuesta mucho delegar es porque pensamos que “acabaremos antes si lo hacemos nosotros mismos” y puede que en esa ocasión en concreto sea cierto pero en general, nos retrasa mucho a la media y a la corta. Emplear un poco de tiempo en pasar roles y tareas a otra persona puede que ahora mismo sea un poco más tedioso pero en nada, estarás liberado de tiempo para dedicarte a otras cosas.
Si te cuesta delegar, lo mejor es confiar el proceso de acompañamiento a un profesional. En coaching estamos muy habituados a trabajar esta habilidad desde el inicio y conseguir que todo fluya en el arte de delegar.