Impaciencia

La impaciencia es otro de los problemas más habituales de la vida actual. Y es que cada vez más estamos acostumbrándonos a tener todo de forma inmediata y de ahí, que lo persigamos en todas las áreas de nuestra vida. La digitalización ha traído infinidad de cosas buenas pero también ha potenciado y mucho la necesidad de la inmediatez y con ello, la impaciencia.

La paradoja del “aquí y el ahora” que todos perseguimos como una práctica para evitar estar en el pasado y en el futuro también tiene su lado menos positivo. Y es que ha hipervalorizado el presente haciéndonos buscar resultados inmediatos y si no los tenemos, caemos en procesos de angustia, desesperación, frustración e impaciencia máxima.

Estamos dejando de tener la cualidad de la calma y la espera. Queremos todo para ya y si no lo tenemos, lo buscamos incansablemente. Esperar se ha convertido en una cualidad muy escasa que deberíamos todos, empezar a trabajar de forma activa si queremos reducir el estrés, la ansiedad y la angustia. Incluir en nuestros habituales los conceptos de medio – largo plazo debe ser una obligación porque si no, las frustraciones seguirán creciendo de forma exponencial.

Todo requiere de un tiempo. Hay cosas y procesos que necesitarán de más tiempo y por lo tanto, hay que saber esperar. La impaciencia debe ser reducida a su máxima expresión.

Las consecuencias de la impaciencia

El no saber esperar, el tener que tenerlo todo de forma inmediata y si no llega, hacer lo que sea por ello conlleva importantes consecuencias que a menudo, no reparamos en ellas. De hecho incluso cuando nos llegan, no las relacionamos con la impaciencia y consideramos que es por otros motivos.

La impaciencia es como la gota que va llenando el vaso poco a poco de forma casi imperceptible pero que cuando cae la última gota y el vaso se desborda, es muy difícil contener la futa y sus consecuencias.

Una de las principales y primeras consecuencias que se perciben en las personas impaciencias es su constante estado de irritación. No tener todo ya hace que siempre estén en alerta y molestas por cualquier situación que consideren que están alterando su necesidad de tener resultados inmediatos: esperar por una mesa en un restaurante, no recibir contestación inmediata a un email, etc… Eso va a llevar que enfadados, empujen a la otra parte – persona a que reaccione de forma rápida cuando quizás ni siquiera puede hacerlo.

Este empuje por su enfado va a crear presión y enfado en la otra persona y así, sucesivamente. La irritación será contagiosa y el trabajo – resultado será nefasto.

De la irritación nace el estrés, la ansiedad y por supuesto, si algo trae la impaciencia sin duda alguna es la frustración. No tener lo que se desea de forma inmediata genera un estado de frustración constante que altera cualquier nivel de felicidad y salud emocional.

Una persona frustrada está enfadada, cansada, en alerta constante y siempre de mal humor. ¿Cómo solucionarlo? Aprendiendo a tener calma y de ahí, reducir la impaciencia.

¿Cómo superar la impaciencia?

No es una tarea sencilla. Quienes sufren de impaciencia es algo motivado por situaciones personales que hacen muy difícil su gestión (cuidado, no es algo innato o que venimos con ello por lo que es posible revertirlo). Eso si, no quita que no sea posible trabajarlo.

Como ya hemos hablado en numerosas ocasiones y enfocamos nuestro trabajo en ello como coachers, las emociones se pueden re-educar. De hecho, es un importante trabajo a realizar por nosotros mismos. Nos ayudará a evolucionar, a ser mejores para nosotros mismos y también para nuestro entorno. Las emociones… Se pueden y se deben re-educar si así conseguimos llegar donde deseamos.

Con la impaciencia no iba a ser menos. También se puede trabajar para reducir sus niveles y que así dejemos de ser y estar impacientes por cualquier situación.

Lo más fácil es directamente, trabajar la paciencia pero sinceramente no creemos en ese estilo de objetivos tan grandes e inalcanzables así como así. Para trabajar la paciencia hay que ir desgranando la situación para llegar a la raíz de lo que provoca la impaciencia. Hay algo que lo motiva, que nos impide esperar y confiar en el resultado. El miedo a lo que pueda pasar y que esto sea negativo suele estar detrás de esta situación. Para ello, para ir sobre seguro y más rápido, podemos ayudarte con coaching ¿Comentamos?