El mundo cambia y evoluciona a un ritmo para el que a veces, no estamos preparados. Estas modificaciones afectan y llegan a la vida cotidiana instalándose en ella de forma absoluta y alterando todo lo que conocíamos. Es tan potente el cambio que en nada incluso se nos olvida cómo lo hacíamos antes y tenemos que avanzar rápidamente para formar parte del nuevo escenario.

Con la llegada de Internet cambió mucho o casi todo en nuestra vida: desde el ámbito personal hasta el profesional. El trabajo ahora lo desarrollamos de otra forma gracias a las nuevas tecnologías. Pero si hay algo que ha modificado en nuestra vida la capacidad de estar conectados en todo momento y de forma remota eso es sin duda, la forma de comunicarnos.

Nos comunicamos digitalmente

Con Internet y todas sus soluciones y herramientas digitales derivadas hemos aprendido a relacionarnos de forma muy diferente.

Relaciones digitales con el círculo cercano

Ahora la mayoría de las conexiones que hacemos con nuestros círculos cercanos son a través de mensajes de whatsapp (las llamadas incluso han quedado desbancadas por mensajes de texto o mejor aún, de audio).

Hemos renunciado a encuentros presenciales (mucho más desde la pandemia de Covid-19) para contarnos y actualizarnos nuestras vidas por mensaje, audios o cuando tenemos tiempo y ganas, videollamadas.

Lo de quedar y además prestarnos atención sin distraernos con el móvil ya quedó bastante atrás y tenemos incluso que forzarnos para sacar tiempo y vernos. Lo solucionamos con mensajería y enviarnos fotos de lo que hacemos.

El aspecto positivo de esta nueva forma de comunicarnos con nuestro círculo cercano es que siempre estamos conectados, que estamos más al día que antes y que el contacto es continuo.

El punto negativo es precisamente el otro lado del anterior y es que estar constantemente conectados hace que al no tener nada nuevo que contarnos desestimemos los encuentros presenciales (que tienen mucho de bueno para la salud emocional de todos) y nos estamos sobre- informando y sobre-conectando constantemente. No racionalizamos las comunicaciones y en caso de que no contestemos con absoluta rapidez se generan conflictos que no son necesarios ni tienen base / fundamento. Ni que decir tiene también que estas comunicaciones escritas sin entonación ni reacción corporal presencial lleva también a mal interpretaciones innecesarias.

Relaciones con desconocidos de forma digital

Pero sin duda alguna, si hay algo que se ha visto modificado con el boom de Internet y la conectividad online es las relaciones que mantenemos con desconocidos.

Antes para conectar con alguien desconocido y comenzar cualquier tipo de relación había que tener un primer contacto presencial (por trabajo, en un bar, por un conocido…) y nos ayudaba a tener ese “primer filtro” de la primera impresión y el contacto personal.

Esto ha quedado eliminado y nos contactamos con personas que jamás hemos visto, con las que no tenemos ningún vínculo, de las que no sabemos nada y que pueden incluso estar al otro lado del mundo, en cuestión de segundos. Y además, como estamos viendo sus fotos e historia (la que cada uno quiere contar) sentimos una tremenda cercanía y confianza (irreal) que nos empuja a abrirnos quizás más de la cuenta.

De nuevo, el punto positivo de la accesibilidad a contactar con desconocidos que nos aportan las redes sociales es precisamente que podemos hablar y conocer a personas muy diversas y nutrirnos de nuevas relaciones.

El punto negativo es que a esas relaciones les damos poco valor por lo volátiles que son, nos relacionamos con niveles muy bajos de respeto por el otro y además de exponer nuestra intimidad a desconocidos y con un acceso brutal a material que no deberíamos publicar así, entramos en momentos de frustración causados por abandonos de relaciones que pensamos que son sólidas cuando ni siquiera llegan a ser relaciones ni de amistad y ya no digamos de algo más.

Es tan habitual ya esta nueva forma de relacionarnos y las actitudes derivadas que incluso se han acuñado términos para definir que alguien desaparezca de repente dejando de hablar – mensajear sin motivo (Ghosting), algo que tiene muchos efectos negativos para nuestra autoestima, o cuando alguien mira nuestro Instagram o redes de fotos de forma intensa para saber de nosotros (Stalkear).

Todo tiene un punto positivo y otro negativo en la balanza y hay que saber encontrarlos para estar atentos a ellos. Las nuevas formas de comunicarnos están ahí y debemos aprenderlas para estar al día pero no por ello hay que evitar sus efectos. Cuidado con todo lo que puede generarnos porque como siempre, de lo nuevo, hasta que no pasa un tiempo, no conocemos sus efectos reales.

Estamos en una era en la que todo va muy rápido y qué mejor que tener una ayuda, apoyo y acompañamiento como puedes tenerlo con coaching para llevar todo y asimilar de la mejor forma posible.