El desgaste emocional y mental es muchísimo más intenso y duro de gestionar que el físico. El estrés, la incertidumbre y el miedo son los tres mejores aliados de la depresión y la ansiedad. En momentos difíciles de vida, los trastornos emocionales representan el mayor riesgo para la población. Dicen los expertos que se avecina otra crisis derivada de los últimos acontecimientos generales… ¿Cómo lo vamos a afrontar emocionalmente teniendo en cuenta el acumulado de los últimos años?
Cansancio emocional
Llevamos años de intensa actividad negativa generalizada. El Mundo parece que se revela ante nuestra actitud como seres humanos durante los siglos que llevamos aquí. Y es que el sobre-consumo, la súper población, el reparto erróneo por nuestra parte de los recursos y el uso que hacemos de los mismos hace que ocurran cosas que una vez en proceso, son muy difíciles de revertir sin que haya consecuencias. Además, tenemos que sumar que parece que no aprendemos de errores del pasado y repetimos actitudes más que dañinas para nosotros mismos (véase la Guerra Rusia – Ucrania). Parece que aún nos cuesta entender que aquí, en la Tierra, estamos como invitados y deberíamos al menos, comportarnos como tales con respeto y cuidado por nuestro anfitrión.
A las crisis económicas encadenadas en las décadas anteriores hemos sumado en pocos años (un plazo de dos años) una pandemia mundial de la que aún no hemos salido (Covid19), desastres naturales constantes (Filomena, volcán de la Palma, huracanes, terremotos, incendios…), la guerra de Rusia – Ucrania más los numerables conflictos bélicos permanentes localizados en diferentes partes del mundo.
Todo tiene consecuencia en la economía y el orden mundial. Todo nos afecta y sobre todo, nos tiene absolutamente agotados mental y emocionalmente. Estamos sometidos a una presión demasiado fuerte y mantenida en el tiempo lo que la convierte en crónica. Estamos asustados, preocupados, sufrimos pérdidas de diferentes formas (seres queridos, trabajos, parejas, hogares…).
Lo normal es que la mayoría de la población esté realizando una gestión nefasta de estas emociones y no porque no sepa, que también porque tenemos nula educación emocional (responsabilidad de nuestros formatos de educación) sino porque además, está siendo mucho en muy poco tiempo. El bombardeo de noticias negativas es constante y siempre, algo, nos afecta de una forma u otra.
El cansancio emocional es patente y evidente. Estamos más susceptibles, nos enfadamos más y por motivos sin importancia, no tenemos tolerancia, nuestro sueño y descanso está alterado… Y las depresiones y cuadros de ansiedad están ya a la orden del día.
Incertidumbre
Si hay algo que el ser humano gestiona mal eso es sin duda, la incertidumbre. No saber qué va a pasar, cuándo, cómo y la forma en la que nos afectará nos genera un nivel de ansiedad muy difícil de tratar y sobrellevar. La incertidumbre fue la gran protagonista durante el confinamiento en la pandemia y es que no sabíamos cuánto duraría, cómo saldríamos de aquello y cómo afectaría a nuestros trabajos y vida.
Igual nos pasa con cualquier situación y/o conflicto que de alguna manera u otra nos afecta y económicamente, por crisis y trabajo, todo puede llegar a afectarnos hoy en día. Es como cuando no sabemos el estado de nuestra relación de pareja y estamos en un limbo sin avanzar ni retroceder o como en nuestro trabajo hemos escuchado noticias de una regulación de plantilla pero desconocemos el alcance y si nos tocará a nosotros.
La incertidumbre no nos deja avanzar. Nos clava. Nos bloquea. Nos condiciona. Y esa situación no sabemos gestionarla permitiendo así que tenga importantes consecuencias sobre nuestra salud mental y emocional.
En las crisis (de cualquier ámbito, personales, profesionales, generales, económicas) la incertidumbre es lo que más daño nos hace. Puede que las noticias o el escenario sea negativo pero cuando sabemos cuál es, podemos tomar decisiones y acción. Es el no saber qué ocurre u ocurrirá lo que nos impide trazar un plan y poner soluciones a funcionar y eso, nos mina.
Situaciones laborales
¿Qué decir del efecto del miedo a la situación laboral que general las crisis? Suele el foco de mayor dolor en un conflicto externo o interno. El miedo a perder nuestro modo de vida, ingresos, status… Nos condiciona enormemente. Podemos tener todos los aspectos de nuestra vida desordenados que sentimos que podemos con ello (aunque en la práctica tampoco sea así) pero el miedo a perder el trabajo nos paraliza y/o nos hace implementar conductas nada saludables.
Ahora que escuchamos y leemos noticias de una próxima crisis económica mundial muy agravada, estamos realmente preocupados por la situación profesional individual y eso, sumado al agotamiento – cansancio mental más la incertidumbre comentada, es un cocktail realmente explosivo para nuestra salud.
¿Cómo gestionar la crisis general?
Ante todo, si queremos conseguir que otra posible crisis tenga el menor impacto sobre nuestra vida y sobre nuestra salud emocional y mental debemos parar y reconocer que nos puede afectar. Evitando el posible problema lo único que vamos a generar es más estrés.
Aceptar la situación y querer aunar esfuerzos para solucionarla (de una forma o de otra) es lo único que nos va ayudar. Meter el problema bajo la alfombra, querer pensar que no existe es realmente, inviable. Se convertirá en lo que llamamos “un sapo que salta” y no hay mayor generador de ansiedad que eso.
Si sabes que ya has sufrido durante las anteriores circunstancias externas. Si estás en un momento en el que no has sido capaz de recuperar energía… No lo dudes. Busca ayuda y acompañamiento. No es necesario hacerlo en soledad. Al contrario. Se trata de solucionar situaciones y no agotarnos aún más en el camino.
El coaching es una gran solución para sentirnos acompañados. Podremos, gracias a nuestro coach, experimentar la sensación de que no estamos solos, de que hay alguien que nos apoya y con quien podemos contar para trazar un plan de acción consensuado.
En Utopía estamos habituados a estas situaciones y no te daremos la solución sino que juntos, la crearemos. ¿Hablamos?